La Vitamina C es una vitamina
hidrosoluble sensible al calor que es un
nutriente esencial requerido para un cierto
número de reacciones metabólicas en todos los
animales y plantas y que es creada
internamente por casi todos los organismos,
siendo los humanos una considerable
excepción.
Su deficiencia causa escorbuto, de ahí el
nombre de ascórbico que se le da al ácido.
Como es sabido, la vitamina C es un potente
antioxidante ampliamente utilizado como
aditivo alimentario y es que además de
estimular las defensas naturales, contribuye a
la formación y conservación de huesos y
dientes, así como a la cicatrización de heridas
y tejidos.
Los cítricos (naranjas, limones, limas y
pomelos) son excelentes proveedores de
vitamina C, si bien otras frutas y verduras
como el kiwi, mango, melón, sandía,
pimiento, brócoli, repollo, coliflor,
espárragos, perejil y el té verde, son
también ampliamente conocidos por su
elevado contenido.
Sin embargo cabe mencionar que el contenido de vitamina C
disminuye al hervir, secar o remojar los alimentos, por lo que conviene
ingerirlos crudos.
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